martes, 1 de octubre de 2024

VIRIDITAS, 25. El saúco

Los primeros planos del Hospital Valdecilla son del año 1918 y los firma Eloy Martínez del Valle. La fecha es muy significativa. Coincide con la mal llamada gripe española. En parte el Hospital es una reacción a esta crisis. Tendrían que pasar más de diez años para que se terminaran las obras. El arquitecto responsable fue otro, el también cántabro Gonzalo Bringas. 

El complejo hospitalario estaba presidido por un pabellón central cuya fachada de sillería estaba coronada por un reloj. Por eso a este pabellón se le conocía así, como el pabellón "del reloj". Hoy este reloj está rematando el ayuntamiento de Valderredible. Le fue regalado como agradecimiento por la donación que hacía periódicamente de patatas. Es en este pabellón "del reloj" donde se encontraba Dirección, hoy en el 21, y también la Biblioteca Marquesa de Pelayo, en el 16.

Cuando en los años setenta los pabellones empezaron a ser sustituidos por otros edificios que a su vez serían sustituidos en los dos mil, donde actualmente están las tres torres, los sillares de la fachada fueron numerados y trasladados a Punta Parayas, donde se enterraron para asegurar, se adujo, su conservación. 

Los he visto. Faltan muchos, se reconocen en paredes del entorno, reutilizados. Los que quedan forman un montículo cubierto de vegetación. Nacen árboles encima, sobre todo saúcos.

El saúco o sabugu se utilizaba para hacer pequeñas flautas llamadas chiflas. Se cortaba un pedazo de rama de aproximadamente un palmo o un poco menos, se golpeaba mientras se cantaba una canción que pedía al padre que comprara pan para dios y borona para el resto, esa era la medida de tiempo, y se quitaba la corteza, que con los golpes se había desprendido de la médula. Se hacía entonces un corte en el pan o médula esponjosa de la rama, el correspondiente a la boquilla, se restituía la corteza, se practicaba un corte que coincidiera con el de dentro y ya estaba. 

Tanto saúco como sabugu emparentan etimológicamente con sambuca, que da nombre al instrumento musical grecolatino hecho con su madera. Tanto el árbol como, por extensión, el sonido de la sambuca se tenían por medicinales. No por casualidad, la flauta mágica de la ópera de Mozart es de saúco.

El viento otoñal que se dice de las castañas meciendo las ramas de los saúcos que crecen encima de los antiguos sillares:

el primer aliento.