Tengo para mí que estaban descansando en esa jardinera porque habían visto en ella al miruellu. Efectivamente, anida ahí. Las plantas de esa jardinera son foscas pero no tanto como para impedir que el mirlo haga vida dentro.
Él tenía un palu posado en las rodillas y estaba precisamente hablando de él con su mujer, de lo cómodo que le resultaba. Es lo único que alcancé a oír. Parecía estar siendo para ellos un día largo y pesado.
Se reconocen en Cantabria distintos tipos de palos. Destacan cuatro: la picaya, la ahijaa, el palu de turcías y el palu pintu.
La picaya es el palu que aprovecha la curvatura natural de la rama para el mango. La ahijaa es el palu con el que se jabla al ganado. Al ganado no se le pega, se le jabla, es decir, se le dirige tocándole con la ahijaa bien en los cuartos traseros o bien por delante, en la testuz o directamente en los cuernos. Pero lo normal es que ni siquiera haga falta: el ganadero va delante y el ganado le sigue en fila. El palu de turcías presenta una decoración en espiral a lo largo de toda su superficie que se suele provocar colocando hiedra o mariselva, aráu o maliserva, respectivamente, en una rama de avellano en crecimiento. Cuanto más acentuado sea el giro, y la hiedra y la mariselva giran en sentidos contrarios, más bonito, como el retorneo de una tonada. Por último, el palu pintu está decorado con motivos generalmente geométricos. Es un palu vistoso que se emplea no tanto para hacer ostentación de nada, algo que no se estila en nuestro mundo tradicional, sino para mostrar respeto hacia el interlocutor. El palu pintu es una forma de presentarse y de hacerlo con respeto.
Son códigos que solo se pueden decodificar cuando se conocen. De hecho, no es que solo se puedan descifrar conociéndolos, es que si no los conoces ni siquiera atiendes a ellos, no te das cuenta de que están ahí, esperando que los descifres. Es información que se nos puede estar pasando por alto.
El palu del paisano que estaba esperando con su mujer en los jardines del Hospital era pintu, claro, me dije.
Buenos días, señores, les dije al pasar.
Me respondieron asintiendo con la cabeza levemente.