Ramón Pelayo de la Torriente partió a Cuba con 14 años. Su pueblo de origen era Valdecilla, en el municipio de Medio Cudeyo. Regresó anciano y rico. Dentro de la esfera pública, su principal logro fue la Casa de Salud Valdecilla, inaugurada el día que cumplía 79 años. Gracias a la orientación que le confirió su primer Director Gerente, el doctor cántabro Wenceslao López Albo, el Hospital Valdecilla se deshizo de la lógica indiana y su gusto premoderno por la beneficencia para plantearse como una institución pionera en la concepción de la Sanidad como derecho.
El marqués era indiano además de regeneracionista, entendiendo por tal la persona adinerada preocupada por el progreso de España pero no tanto como para comprometer el estado de las cosas, que era el que le beneficiaba, es decir, implicado en la mejora pero sin cuestionar por interés propio la desigualdad de base que era, precisamente, la principal causa del atraso del país. Es en este juego de claroscuros que se entienden muchas de sus decisiones.
Ramón Pelayo de la Torriente era amigo personal de Alfonso XIII, que fue el que le nombró Marqués de Valdecilla el año 1916. Esta cordialidad no la debemos tomar como algo natural. Recordemos que el escritor José María de Pereda no participó en la inauguración de la escultura a él dedicada en los jardines que llevan su nombre porque los Reyes iban a presidir el acto y él era antimonárquico. En su lugar asistió su amigo Marcelino Menéndez Pelayo. Quiero decir con esto que la buena relación entre el indiano y el monarca no era inevitable, no era algo propio de la época, que estaba en el aire, sino que respondía a intereses comunes. La naturaleza de estos intereses comunes, como la propia figura del indiano, está en penumbra.
La Casa de Salud Valdecilla conserva muchos árboles exóticos, indianos en sus jardines, por ejemplo una secuoya centenaria y varias palmeras. Pero en origen había muchos más. Entre ellos se encontraba el árbol favorito del marqués, un pino. Se taló durante las obras de los años setenta. De lo que se construyó entonces no queda nada. Cabe dudar si talarlo mereció la pena.
En La Península de La Magdalena, sede del veraneo regio en Santander, hay junto al Palacio, en un lugar prominente, dando vista a la barra que defiende la bahía, un pino singular de la especie insigne (Pinus radiata). Es factible que este árbol fuera gemelo del pino del marqués.